
Mira, oh Jehová, estoy atribulado, mis entrañas hierven. Mi corazón se trastorna dentro de mí. LAMENTACIONES 1:20
NUESTRO TORMENTO SECRETO
En el mundo de hoy se enfatiza mucho el desarrollo del cuerpo y de la mente.
Y aunque estas cosas son importantes, también tenemos un alma que necesita atención y cuidado. No somos solo cuerpo y mente; también tenemos un espíritu que fue creado a la imagen de Dios.
Puedo tener el hechizo de una estrella de cine o las riquezas de un millonario y no tener felicidad, paz ni contentamiento. ¿Por qué? Simplemente por haber descuidado mi alma.
El alma en realidad demanda tanta atención como el cuerpo.
- Requiere comunión con Dios, quien la creó.
- Requiere adoración, quietud y meditación.
- Si no alimentamos y ejercitamos el alma diariamente, se malnutre y arruga, como les pasa a los cuerpos sin comida.
- Siempre estamos disgustados, confundidos e inquietos.
Muchas personas se vuelcan al alcohol o a las drogas para tratar de ahogar los gritos del alma. Algunos buscan nuevas experiencias sexuales. Otros tratan de aliviar los anhelos del alma de otras maneras. Sin embargo, nada sino Dios puede satisfacer completamente, porque para Dios se creó el alma, y sin Dios siempre está inquieta y en tormento secreto.
- Nadie está tan vacío como el que cree que está lleno.
- Nadie está tan enfermo como el que tiene una enfermedad mortal y se cree completamente saludable.
- Nadie es tan pobre como el que se cree rico, pero en realidad está en la quiebra.
- Es cierto en lo material y es cierto también en lo espiritual.
CAUSA Y EFECTO
En nuestros cuerpos, el dolor y la enfermedad van juntos: la enfermedad es la causa y el dolor es el efecto. El dolor no se puede aliviar, por supuesto, hasta que la causa subyacente se quite.
Con frecuencia vemos los efectos externos de la enfermedad física.
Por ejemplo, cuando se le diagnostica cáncer a un amigo, sabemos por experiencia que podremos comenzar a ver algunos efectos externos de la enfermedad, como la caída del cabello, la debilidad física y la palidez de la piel. Estas cosas van de la mano.
La infelicidad del alma, como el dolor en el cuerpo, solo es el efecto de una causa subyacente más profunda.
A través de los años hemos recorrido varios caminos prometedores que creíamos que nos llevarían a alcanzar paz y felicidad permanentes, caminos como la libertad política, la educación, los niveles de vida más altos, la ciencia y la tecnología, la fama y la fortuna, el placer y el poder. Tristemente, ninguno de estos, cura nuestro problema más profundo: nuestra enfermedad espiritual.
Si es cierto que para toda enfermedad hay una cura, debemos apurarnos para hallarla. La arena de nuestro reloj cae con rapidez. Si hay un camino que conduce a la luz, si hay un camino de vuelta a la salud espiritual, ¡no debemos perder ni una sola hora en buscarlo!
Así que ¿DÓNDE ESTAMOS? ¿ADÓNDE VAMOS?
- Somos personas vacías en un mundo de naciones vacías.
- Nuestras cabezas están llenas de conocimiento, nuestro nivel de vida es uno de los más altos del mundo y nuestros cuerpos viven más que en cualquier otro tiempo de la historia, pero dentro del alma hay un vacío espiritual.
- No sabemos de dónde hemos venido, por qué estamos aquí ni adónde vamos.
- ¡Estamos perdidos! Y necesitamos desesperadamente encontrar una manera de salir de este dilema.
PERO PARA HACER ESTO, DEBEMOS PRIMERO IDENTIFICAR LA RAÍZ DEL PROBLEMA.